Aunque normalmente asociamos la palabra ‘quilates’ a los diamantes u otras piedras preciosas, lo cierto es que el quilate fue, en un principio, una unidad de medida del oro que aún hoy se usa para referirse a la pureza de este metal precioso.
A lo largo de la historia, el valor del oro siempre ha estado relacionado con su pureza. Por ello, se hizo necesario desde el principio de su uso como medio de pago establecer una forma de evaluar la pureza de las piezas de oro que se utilizaban como monedas.
La necesidad de verificar la pureza del oro obligó a crear un sistema específico para este propósito, sistema que se ha mantenido a lo largo de los siglos y que luego se extendió también a las piedras preciosas.
El quilate, unidad de medida
El sistema que se estableció entonces para medir la pureza del oro y que ha llegado hasta nuestros días, se basa en una unidad de medida: el quilate.
El origen etimológico de ‘quilate’ está en la palabra griega ‘keration’, que pasó al árabe como ‘qīrāṭ’ y, de ahí, al español. Designa a la algarroba (cuyo nombre científico es Ceratonia siliqua). Su relación con el oro viene dada porque las semillas de este fruto se utilizaron como estándar para pesar el oro. Esto se debe a que se trata de semillas muy regulares (todas son exactamente iguales), que pesan un quinto de gramo, por lo que se consideraron muy apropiadas para servir de referencia en cuanto al peso del oro y de las piedras preciosas. De ahí que se estableciera el quilate como medida de peso para el oro. Cada quilate equivalía a 0,199 gramos.
Del quilate a la onza troy
Con el paso de los siglos, se fueron perfeccionando las unidades de medida y el oro comenzó a pesarse en una nueva medida que se convirtió en el estándar durante muchos años: el grano (‘grain’ en inglés).
Cada grano pesaba 0,064 gramos. Para cantidades mayores se hizo necesario adquirir nuevas unidades de medida. Así, se estableció la llamada onza troy, que tomaba su nombre de la ciudad francesa de Troyes.
Esta nueva medida equivalía a 480 granos o, lo que es lo mismo, 31,10 gramos. No hay que confundir la onza troy, destinada a medir metales preciosos, con la onza convencional o ‘avoirdupois’, que equivale a 28,35 gramos, y que se utiliza en los países anglosajones como unidad de peso para cualquier material.
La coexistencia del grano y la onza troy obligó a adoptar la costumbre de expresar el peso en granos y el precio, en onzas troy.
Quilates de pureza
En la actualidad, el quilate ha quedado como unidad de medida de la pureza del oro. En una aleación que contiene oro junto con otros metales, un quilate equivale a 1/24 de oro puro. Es decir, que el oro puro, sin mezclar con ningún otro metal, tendría 24 quilates (24/24).
El oro puro, de 24 quilates (99,99% de oro), se utiliza para acuñar monedas de inversión y fabricar lingotes. Es blando, muy maleable y resistente al óxido y la corrosión.
El oro de 22 quilates (91,67% de oro) es más resistente, al mezclarse con otros metales como plata o cobre. Puede utilizarse en joyería y también para acuñar monedas de inversión.
De hecho, el primer bullion de la historia, el Krugerrand sudafricano, está acuñado en oro de 22 quilates, mezclado con cobre, lo que le confiere su característico brillo rojizo.
Sin embargo, en joyería, lo más habitual es utilizar oro de 18 quilates (75% de oro), lo que reduce el precio de las piezas y aumenta su resistencia al desgaste, permitiendo realizar filigranas y diseños que, si la pieza fuera de oro puro, no resistirían el uso diario.
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